El trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición neurobiológica del desarrollo que se manifiesta en los primeros tres años de vida y persiste a lo largo de toda la vida.

Cada persona con TEA es única, y la intensidad de los síntomas varía significativamente. Por ello, se habla de un «espectro», reflejando la diversidad en la forma en que se presentan las dificultades y habilidades.

La adolescencia es una etapa de cambios significativos para cualquier persona, que incluyen cambios físicos, desarrollo de la sexualidad, mayor exigencia de la responsabilidad y la autonomía y una menor supervisión por parte de los progenitores.

En el caso de las personas con TEA esta etapa puede presentar desafíos adicionales, como dificultades en el reconocimiento y la gestión emocional, la tendencia a posturas más rígidas y problemas en la interacción social, lo que en algunos casos puede llevar al aislamiento.